En ocasiones uno se cree tan invencible que a veces tiene que entrar desnudo en el mar embravecido y frío y perder esa batalla para volver a demostrarse que no es nadie.
El tronco de leña crujió una vez más, envuelto en el fuego de la chimenea, y entonces él dijo:
- El tiempo aquí, en esta habitación, transcurre como en el cuento que escribí, lento, como el crepitar de la leña.
- ¿Escribiste eso en un cuento? - preguntó ella sonriendo desde el otro lado del sofá.
- Sí.- ¿Me lo lees?
Y eso hizo, y al acabar... él tomó entre sus manos los pies desnudos de ella y comenzó a escribir unas palabras mudas, lo hizo lento, como dando un masaje con la yema de sus dedos.
Tan lento como el crepitar de la leña, o como caen en invierno las hojas de un calendario de pared. Para entonces ella era sueño vuelto realidad, demasiado única para dejarla escapar.
*foto de aquí
7 Comentarios | Escribe el tuyo:
Tan lento como el crepitar de la leña, o como caen en invierno las hojas de un calendario de pared...
Plas plas plas.
Qué delicia...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Me pareció muy tierno, realmente bello. Un beso desde La Sonrisa Del Durmiente
A ver no la tengas todo el tiempo sujeta por los pies...que seguro que de ti no quiere huir :)
Precioso, deja que revoloteen los cupidos.
Bsss
Me encanta... un placer descubrirte
Precioso este post.
Cada vez tu narración es más perfecta.
Un relato sencillo con la esencia que tu sabes darle para hacerlo perfecto.
Un abrazo.
Esta entrada parece escrita para Febrero, un mes que parece que no va a terminar nunca y fíjate.
Hay tantos que aún no han hecho esa batalla con el océano, o con el fuego o el viento huracanado... y por eso hay tantos que no conocen la humildad... que dejan de ser humanos porque se sienten dioses...
Me encantó ese verso introductorio.
Besitos
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