... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Cuatro veces Te Quiero

Yann Tiersen. 'Summer ´78'
―Pues... es eso. Estoy hecho de retazos del pasado, de cosas que se rompieron ― dijo él.
―Yo también.
No importa ¿verdad? Somos nosotros.
―Sí.
―Y es que cuando estoy contigo me gustas en todas tus maneras. Y me acerco a ti y respiro fuerte, y me deshago cuando acabamos, y es como si todo el aire oliera a sexo. Como si me tragase de golpe todo el que ya hemos respirado, con una mezcla de nuestras pieles, sudando. Dura unos segundos pero lo saboreo como si fuese un jodido trozo de eternidad.
―Sí, es... como si nos estuviésemos moviendo siempre juntos, a la vez, como cuando dos imanes están muy cerca...
―Y nunca acaban tocándose.
―Pero bailan juntos.
―Y se esperan.
―Para mí es como si me dieras todo lo que necesito sin pedírtelo. Y nos hemos encontrado ahora, aquí. ¿Dónde has estado todos estos años? preguntó ella.
―Da igual, ya todo me da igual si vas a seguir mirándome así, como cuando lo hacíamos a escondidas, tumbados en la arena, antes de soltarme cuatro veces que me querías.
―No, pero... dime ¿Dónde has estado todos estos años?
―Caminando hacia ti.     

Desenredados


Yann Tiersen. 'La Valse D'Amelie'

Resuello


Debussy. Preludio 'La fille aux cheveux de lin...'
 
He estado imaginando de muchas formas cómo sería todo esto contigo. En una cama. Hablando, comiendo, riéndonos, haciéndonos el amor, follándonos... Imaginando el momento en que ya de madrugada, exhaustos, posáramos nuestras caras, frente a frente, sobre la almohada.

Y tú todavía tendrías fuerzas para contarme cosas
con los ojos cerrados
casi hasta el amanecer
y yo te miraría
y en tus pausas
hablaría de vez en cuando

Los dos
muy cerca
tu cara y mi cara
con la luz apagada o en penumbra
sin tener que despedirnos
ni decirnos adiós

Y tus palabras...
casi no se entenderían
y agotada
acabarías susurrando
dejando caer las sílabas en la almohada
mientras mi mano acaricia tu pelo

... hasta que sólo se oigan los resuellos de nuestra respiración
y nada más.

*Foto de aquí

La Última Carta


 Ella abrió la caja de madera para recuperar la carta sellada. Ya apenas recordaba los detalles, pero sí la única vez que la leyó. Fue así:

Ocurrió en una noche de invierno, tras perderse ella en la cama, con él. En aquella ocasión las sábanas se les enredaron tanto que sus cuerpos exhaustos parecieron flotar inermes, el uno junto al otro, como atrapados en una gigantesca tela de araña, víctimas del sudor que supuraron sus cuerpos acariciados.

Entonces él alargó un brazo y tomó de su bolsa la carta lacrada. Cuando ella vio el sello le pidió que la abriese sin romperlo. Y él desdobló los pliegos de tal forma que consiguió abrirlos sin perturbar el cierre. Ella la leyó, al acabar la depositó sobre la cama y los hilos que les mantenían atrapados se deshacieron.

Y sus cuerpos volvieron a encontrarse bajo la tormenta.

Horas más tarde ella dormía cuando él tomó la carta. Dobló los pliegos y la depositó dentro de la caja de madera del tocador, se vistió y bajó por las escaleras, se montó en su coche y condujo por la calle de aquel maldito semáforo. El disco rojo se iluminó y transcurrió una vida entera para los dos.